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Mostrando entradas de noviembre, 2008

Apunte Para una Teología de la Comida

Volver a la comida. Se acordó de algún versículo del libro del Deuteronomio (26, 12-14). El hombre recoge su diezmo, y en vez de tributarlo al Estado, hacía una gran fiesta con sus cercanos. Luego oraba: "he repartido lo sagrado". Lo sagrado que se come, que se reparte, que se pudre, que crece, que se agota. Antes que se pudra y agote, ¡cómetelo! Así también, León Felipe. El hombre guardó la doctrina en el bolsillo del chaleco; la doctrina creció, y tuvo que guardarla en una caja; la caja creció, y tuvo que construir un templo para guardar la caja; el templo creció, y se comió la caja, la doctrina, y al hombre. Frente a él, otro hombre: no guardó la doctrina, ¡se la comió!, y su cuerpo fue bolsillo, arca y templo. Desde éste último, sagrado por fin. Pero tanta gente que se vuelve templete tenebroso, tenebrosa palabra, tenebroso gesto. Burócratas, anhelantes de burocracia, para de ahí chupar la pútrida y espesa vida, que ya perfumarán -las maravillas que porporcio

Asesinos

Líneas escritas en una libreta del año 2003. En aquel entonces leía El retorno de Abel , de James Alison. Al respecto escribí: Nuestra fundamentación social es un asesinato. Respecto de mi fundamentación, he de reconocerme como asesino. Pero, ¿qué me puede importar ello? Lo digo desde la facticidad del asesinato, pues fácticamente no soy un asesino, y no tengo así conciencia de mi fundamentación asesina. Soy joven, soy creador, soy bueno, soy tolerante: soy literal. ¿Cómo saltar hacia la simbolicidad , cómo concebir no la individualidad que me concierne ni la socialidad que me envuelve, sino la relacionalidad que me re-lanza a las temporalidades del fundamento (donde, como en 2001 Odisea Espacial, fui a la vez aquel primero que alzó el cráneo del jaguar y aquel que lo recibió espantado en la cabeza)?