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Mostrando entradas de 2011

Paráfrasis: Del libro del Génesis

Dos o tres años hará que escribí estas líneas. La ocasión: una pequeña celebración de grupos creyentes y ecuménicos, para la cual se me pidió redactar una colaboración. Este fue el resultado. DEL LIBRO DEL GÉNESIS Al Principio , Dios creó el cielo, la tierra, y todo cuanto existe. Día y noche, aguas y continentes, pasto y tierra, y lámparas que los cuidaran. También creó multitud de vivientes en su bullicio, animales de todo tipo, en el cielo, en la tierra, y en el mar. Y viendo tan bonita creación, pensó que sería bueno que no estuviera sola. Y creó, a su imagen y semejanza, al varón y hembra. Es decir, creó a nuestros más viejos abuelos, y a nuestros más cercanos abuelos. Y a nuestros papás. Y a nosotros mismos, cada cual con su nombre. Y a nuestros hijos y nietos. Hombres y Mujeres, niños y niñas, a todos nos creó. Y nos Dijo: “Crezcan, multiplíquense, cuiden de esta tierra que les doy y de los animales que les doy, y de los frutos que les doy, que de ahora en adelante

Paráfrasis: Evangelio de Juan 1, 1-18

Tenemos nosotros el hondo convencimiento que esta vida que tenemos nos la dio Dios. Y cada uno de nosotros es como la Palabra que pronuncia Dios. Somos nosotros Palabra de Dios, y esa misma Palabra es Dios, y Dios con su Palabra creó todo cuanto existe. Y todo cuanto existe, existe porque vive, y por eso nosotros existimos, porque vivimos. Y ese vivir es como la luz, y ese vivir es la misma Palabra, y esa Palabra es Dios. Por eso, cuando uno vive, no hay tiniebla, porque hay luz. Cuando Juan apareció en el desierto, el vivía y ayudaba a vivir, y por eso él era enviado de Dios, y así daba testimonio de la Palabra de Dios, y trataba que todos nosotros viviéramos y ayudáramos a vivir. Eso era importante, porque vivir y ayudar a vivir era hacer que Dios pudiera hablar bien. Y vivimos en este mundo, para aprender a vivir bien, y este mundo no es malo porque también es creación de Dios, y en el mundo uno aprende a vivir. Pero hay gente, como nosotros, que entiende mal las c

Traspapelados: Décima erótica

Examinando la voz y los pasos del maestro Benildo Castillo, se aprende del mundo de las décimas. Un ensayo de cuando en cuando no está mal. Este mio es del año 2005 ó 2006, no lo recuerdo. En un sueño me soñaron en la piel estremecida, Con la sonrisa de picardía el sueño me contaron. -1- Yo no me lo esperaba Que existiera tal placer Que me hiciera estremecer En palabra tan acabada, Como aquella pronunciada Que desnudo me soñaron Con los cuerpos que se ataron. Sin vergüenza lo que evoco Lo diré poco a poco: En un sueño me soñaron. -2- Me gusta a mí pensar Que ambos nos desnudamos Y en caricias nos encontramos Con las manos que nos dan Al pezón y pecho se van En delicadas mordidas Dejando breve su saliva Que está humedeciendo Deseo que va creciendo En la piel estremecida. -3- Es en la piel sudorosa Donde jadea el deseo Empezando su aleteo En carne esplendorosa. Palpitando está la rosa Frente a la torre erguida,

Copy-Paste (1): El bosque, el pájaro, el hombre

Copy-Paste : Wikipedia lo define muy bien, con absoluta y elegante neutralidad. De mi parte, siempre citaré la fuente, sea escrita u oral. En este caso, el cuento que sigue proviene de una conferencia de Hernando Gómez Serrano pronunciada en la Universidad Javeriana (Bogotá), en Octubre de 1996. Por cierto: al leerla, pienso en mi compadre, Roberto Ademar Nield. El bosque, el pájaro, el hombre. El bosque estaba en llamas. Empujadas por el viento, las llamas se acercaron a un bello árbol en el que estaba sentado un pájaro. Un viejo que se escapaba del fuego vio al pájaro, y le dijo: "Pequeño pájaro, ¿por qué no huyes volando? ¿Has olvidado que tienes alas?". Y el pájaro contestó: "Hombre viejo, ¿ves sobre mi este nido vacío? Ahí es donde nací. Y en este pequeño nido del que surge este piar, estoy criando a mis hijos. Los alimento con el néctar de las flores de este árbol, y yo me alimento de sus frutos maduros. ¿Ves los excrementos caídos en el suelo del bosque? Mu

Artesanía (y 5)

5. La artesanía es devuelta a su legítimo dueño: entregada, pero a la vez perdida . Algunos días pasaron, alimentados con la textura del concreto; escalaron así una verticalidad monocorde y austera que regalaba su aliento a los habitantes de aquella ciudad, sin pedir nada a cambio, excepto esa fidelidad de macho arácnido que servirá de alimento a sus crías oscuras. En medio de ellos, el Artesano logró ignorar la melaza entenebrecida de su entorno mientras tuvo en uno de sus estantes aquella artesanía, que reposaba a la manera de un diosecillo tutelar, en un espacio como reservado para ella. Para él, esto no significó un cambio de rutina en absoluto. El permanente murmullo del Espíritu amplificaba su intensidad con los albores del día y comenzaba su rutinario masticar, dejando en el aire y a lo largo de las horas, aquella niebla gris y pálida que devenía en polvo fino y minúsculo, a la manera de un palmetazo sobre el hombro, invisible y tenue, que concedía a cada ser vivo o inanima

Artesanía (4 de 5)

4. Donde la artesanía cuenta algunos secretos. Las averías no eran considerables. Con firmeza, la recia madera había recibido las formas imaginadas y las supo conservar por entre la tela de los años. Los colores de los libros tallados estaban pálidos, lo cual se podría explicar como producto de largas exposiciones al sol, y en los lomos de ellos pequeñas abolladuras y rasgaduras evocaban caídas bruscas. Las bisagras no se avergonzaban de su opaca herrumbre que con paciencia les invadía; una de ellas estaba floja, lo que hacía bailar la tapa. Ésta era condición similar de la que participaba la cerradura, pues a su alrededor se podía notar una astilla, pequeña pero considerable, que le hacía perder su pulcritud de centro. Al correr el lomo, se podía advertir la pereza de la madera para deslizarse sobre su hermana. El Artesano alcanzó un papel granulado, grueso y de color ceniciento, y empezó a frotarlo con fuerza y continuidad sobre la madera. El sonido así convocado le evocó el cac

Artesanía (3 de 5)

3. De los prolegómenos para el inicio de un trabajo. Los latidos del mundo se habían ralentizado. Ese enorme organismo de metales y vigas, de torres levantadas en acero y polímeros, de largos nervios de coltan por entre el asfalto dispuestos a la rápida y precisa transmisión del Espíritu, tomaba una pausa en su ansiosa magnitud. Era joven si se comparaba con la larguísima y lenta evolución de sus creadores, pero una vez reconocido como Ser, pronto saltó de la privilegiada piedra al maleable concreto, y de allí a su actual cualidad aérea, tomando posesión de todos los rincones del planeta y habitándolos con su soplo. Esto explica que, como una pitón cargada de su última caza, cada tanto tiempo necesitara de cierto reposo para realizar la labor de absorber los nutrientes proporcionados por la presa que antaño fue señor. Ese tiempo proporcionaba justo la somnolencia necesaria para manifestar, a manera de nocturnas e involuntarias poluciones, los hábitos ancestrales ya desechados en la

Artesanía (2 de 5)

2. Donde, a manos del Artesano, llega una “preciosa” caja de manera «¡Eh! ¡Artesano!» El Artesano acudió al llamado. Era obvio que lo llamaran a él, pues en aquella calle, e incluso era muy posible que en aquella ciudad y aquel país, fuera el único artesano. Tan único, que ya hacía mucho tiempo se había acostumbrado a olvidar su nombre, y quienes le rodeaban también. Incluso, los que le buscaban para algún trato o trabajo, cosa cada vez menos frecuente, no se preocupaban de tal minucia: el artesano era el Artesano. Quizás se tratase de algún vecino al que no le hubiera reconocido la voz. Esto era lo más frecuente, dado que, por vieja costumbre, no dejaba de prestar favores de muy diverso tipo. Quizás se tratase de algún cliente buscando reparar algún aparatejo, haciendo presencia en su tenderete, eso sí, con discreción. En los tiempos en que transcurre esta historia ya no era costumbre ‘reparar’ objetos que, por alguna pequeña falla, por mínima que fuera, hubieran perdido su pos

Artesanía (1 de 5)

1. La artesanía: indagación por su origen, y descripción de ella. En sí misma, la caja de madera no es más que una artesanía y, como tal, en algún momento de su historia estará destinada a caer en las manos de un artesano. De un artesano salió, a un artesano volverá. Sin embargo, hay que hacer claridad que se desconoce su final. Pudo haber terminado en un bote de basura, o quemada, o hecha trizas, o cualquier otro fin más o menos agradable, asunto que se deja a la imaginación del lector pues aquí no interesa. Como artesanía, se podría calificar de “preciosura”, si tal palabra fuera permitida en los tiempos en que trascurre esta historia. La razón de su origen es desconocida con exactitud, aunque algunas insinuaciones se ofrecerán. Es plausible que se trate de un secreto gusto cultivado en el pasado, o algún capricho afectivo de los antiguos productores, con el que suponían entretejer en el objeto externo algo así como una extensión de sus estados mentales, llamados por lo normal “

De mi casa: diciembre de 1991 (y 9)

HOY VOLVÍ Cuando volví a casa la encontré tan tranquila y calmada que pensé, te confieso, que había muerto. No son muchos los años que pasé afuera. Fueron pocos los días que aquí estuve. A través de la ventana la calle tranquila, los árboles casi inmóviles apenas estremecidos por el viento. La casa del frente, llena de obreros en la mañana donde alguna vez mis hermanos jugaban con los vecinos. Aquí, todo está tranquilo. Los pisos son fríos, las paredes blancas, las puedo tocar digo yo. El mismo techo. En los armarios los viejos juguetes dañados y sucios que no he sacado porque no quiero más nostalgia y ya soy mayor. Mira: los libros empolvados y siempre en su lugar, yo los abría y leía cosas, pero ya nadie los usa. De vez en cuando oigo las voces queridas y acostumbradas, aunque mis hermanos ya no están aquí. Mi mamá y mi papá caminan aunque muchas veces no los oigo. Todo lo miré, todo lo toqué, lo sentí con mi piel, abrí cajones y

De mi casa: diciembre de 1991 (8 de 9)

CANTO QUE ENCONTRÉ EN UN CAJÓN Cuando estás solo en casa, puedes hacer tantas cosas... Entre ellas, aburrirte, y así, aburrido sin nada más que hacer, sentarte a escribir. Habrán muchos asuntos para la escritura, pero, cosa curiosa y quizás frecuente, cuando estás solo y tienes 21 años, quizás te creas poeta; además, como a útiles oficios que demandan mayores esfuerzos por lo normal les hacemos el quite, nos colocamos en la terrible labor de escritor. Papel, lápiz, el misterioso y aislado escritorio, y los resultados, tan esperados como lamentables: -NOCTURNO- La noche aletea los vagos y grisámbulos sonidos Consonánticos, aplausáticos, ruidáticos, Larga larguísima en agilísimo son Para escriturar el nocturno en frágil diapasón. La noche alargaba sus dedos fantástica, Silvática, greiftática, irritática, Larga larguérrima en bullérrimo gong Para ser del nocturno escupitaja imitación. Y la amada, ¡la amada! Flacuchenta, flatulenta, Lerda y lenta que se

De mi casa: diciembre 1991 (6 y 7, de 9)

CANTO A MIS PAPÁS Pedro Miguel y María Belén son dos nombres que a mí me parecen un sofá mullido que le invita a uno a descansar. Hormiguita y cucarrón de vez en cuando dejan adivinar en los pasos almidonados un jardín de bicicletas y pajaritos. Se asoman tras las paredes como niños traviesos buscando esos juguetes que ya se fueron. CANTO A MIS HERMANOS Como el tiempo es un caucho que estira y estira (pero no el caucho que teníamos en el colegio para tirar los papelitos con saliva) cuando llegas a la casa tienes que reconocer que no hay nadie durmiendo en las camas. En una dormía Pedro José con ese siempre de flaco y grandes ojos que un día sería la herencia de sus hijos. En la otra, Juan Fernando, irrascible en esos días, ahora gordo y bonachón con barba de conejo. En la cama grande, pintada de blanco como un barco de papel, Fabiola Inés dormía pensando en viajes y astros para después de muchos años seguir esperando los sueñ

De mi casa: diciembre de 1991 (4 y 5, de 9)

CANTO A LA LLUVIA QUE A VECES CAE Cae la lluvia tras el cristal, y yo te extraño cada vez más... (El Palito Ortega) En el patio de mi casa hace calor. Pero cuando llueve se refresca tanto que parece que te tomaras un jugo de mango bien pero bien helado. Y como el patio está lleno de plantas (muchas, plantitas y plantotas, y un hobo ya muy viejo y orquideas que florecen en la noche) cuando cae la lluvia golpea y sacude las campanitas de savia que son roncas, pero muy dulces. Las baldosas cogen un color más fuerte, más vivo, y se parecen a las fotos que toma mi papá. CANTO A LOS GATOS Resulta que ya No hay gatos Pero una vez Siempre había Y parece que dejaron Su peluda presencia Ronroneando por ahí Unos eran blancos Otros amarillos, rayados Los hubo feroces y traviesos También mansos y sonsos Minina, Minino, Minín Ayatola, Negro, Gadafi Son algunos dulces que me acuerdo En las noches frías Se te echaban a los pies Cale

De mi casa: diciembre 1991 (2 y 3, de 9)

CANTO AL HOBO DEL PATIO El tiempo pasa, nos vamos volviendo viejos, el amor no lo reflejo como ayer (Pablito Milanés) Te alzas, mi hobo querido, no en la mitad del patio como corresponde a tu dignidad, sino a un lado, como pidiendo perdón, como si fueras un viejo que no quiere molestar a nadie. Se te ve que has sido humilde y sincero desde que te sembraron siendo no más una ramita, y creciste generoso, viéndonos crecer, ofreciéndonos tus pepitas dulces y graciosas, dejando que mis hermanos se subieran en tus ramas y los gatos pasearan orondos y felices. Y hoy, calvo, miras de nuevo a la casa. Las gentes viejas, los muchachos otrora tan cansones, y no dices nada porque has visto. Habría que pedirte perdón por lo malos que fuimos quebrándote ramas, olvidándonos de ti. Fuiste siempre manso y callado, amigo fiel y sencillo. Así es, mi viejo hobo, así es como yo te canto, te miro y te celebro sabiéndote tan feliz en tu silencio. CA

De mi casa: diciembre 1991 (1 de 9)

CANTO A LA CASA MÍA En memoria de Aquiles Nazoa. 1. Mi casa es un banano grande Que pelas poco a poco poniendo al aire su amarilla pulpa Y luego partes en rodajas sobre un platico Para cubrirlo de leche condensada y comértelo. Mi casa es una gaseosa fría Que destapas y te tomas frente al televisor Sin querer pensar en nada más. Mi casa son unos lindos libros Que abres y lees y te asombras de aquellas palabras Que bailan en la página y te hacen cosquillas en los pies. Mi casa es un sofá Donde te sientas a fumar (porque ya eres grande) Y miras el espiral del humo pensando que son tus amigos Que no han llegado (porque aún eres niño). 2. Mi casa son mis hermanos Que siempre peleaban y se sacaban la lengua Y hoy, tan decentes que son, Quisieran volver a expresar así el cariño. Mi casa es mi mamá, Pequeña hormiguita preocupada y trabajadora, De risa miel, per

Traspapelados: Trazos

-.- Qué deseo de abrazarte tan profundo me agobia, buscar el pálpito de la línea azul en tus ojos, y navegar mis falanges en ese viento tuyo que se viste de negro en torno a tu imagen. -.- Si miras entre la lluvia, nada verás. Columnas que esbozan un edificio, límites lejanos que simulan ventanas, evanescentes cortinas que esconden muebles silenciosos tenues tapetes ollas y tapaderas engañosas lágrimas pasos diluidos. Son indiferentes. Te han engañado al presentir tu inútil esfuerzo. -.- Las palabras aletean su sordo sentido. Indiferentes, invaden nuestra piel.

Traspapelados: Proposición XI

Dios, o la substancia que consta de infinitos atributos cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita, existe necesariamente. (Baruch de Spinoza) Aclaro a la audiencia, en primer lugar, que no soy poeta o filósofo. Con esto puedes dejar por sentado, estimado lector, qué ajenos nos encontramos aquí a las preocupaciones estéticas y/o del bien pensar. Buscas, ya lo sabemos, estremecerte, pero mira que no existe tal. Estás perdido, inválido, desvaído. Realizadas las aclaraciones respectivas, procedamos a la intención anunciada en el título. Dios, pobrecito, está cansado de tanto gritar, ronca la garganta y le duele la voz que eleva el hedor de sus pústulas lacerantes, su pulmonía le hace lento el andar de pies hinchados que no encuentran a nadie en el camino, tan sólo el polvo rojo que le hincha sus ojos purulentos, enceguecido de niguas que batallaron triunfantes desde sus testículos y sus orejas, (te comento, aquí entre nosotros (n

Traspapelados: Año 1991

-.- Mujer, el mundo está amueblado con tus ojos , canta Huidobro, amor mío, 2115 personas muertas, 957 desaparecidas , grita el informe Rettig, amor mío. Y allá al Sur, también amor, los muertos y desaparecidos oscurecen tus muebles, y tú gritas, amor, arriesgándote a vivir para siempre y sólo en mis pupilas, amor. También has leídos a los clásicos con tu sangre, amor: Non minus hic peccat qui censum condit agro Quam qui doctrinan claudit in ore suam .* (*No peca menos quien guarda su semilla, que quien en la boca esconde lo que sabe) -.- todo está solo el mundo está solo la ciudad las calles las esquinas los pisos los muebles los libros cada espacio ocupado alguna vez está solo. No te has ido, no . las aceras no tienen ruido las vitrinas opacas no reflejan el paso de nadie ya sin nombre cada avenida ardiendo su asfalto ya sin motivo. No te has ido, no . la alfombra ya no rumora ni go

Traspapelados: Cosas breves

-.- De ti todo pertenece en el instante en el que el cielo se ensancha. De ti cada rincón aéreo del ave que a mis ojos escapa. De ti el aire que breve gira en la rosa y el viento cálido con su rumor. De ti el vientre que alguna vez piedra, acre y madera fue. De ti la hora del abandono y del luto, de la quema y la guerra. De ti el murmullo exacto del dolor y el jadeo de la ceniza. De ti la letanía interminable al pie de la tumba vacía. De ti el amanecer oscuro, pero amanecer al fin y al cabo, para ese aleteo del vientre en el cielo, del cielo en el ave, del ave en la rosa, de la rosa en el viento.… -.- Un hombre escribe en el papel. Inflige una herida. Hiende el universo. El perro sigue ladrando. -.- La mirada al sol con un grito. La sombra calla -.- Un pájaro podrido vuela hasta la huella del niño. -.- Un sueño amplio penetra las orillas del párpado. Su quilla no se detiene: descifra el nuevo mar donde lo nocturno se descono

Traspapelados: Trazos varios

-.- Blandiendo una mirada, una palabra, sobre la mar pensamiento invisible con ansias lagrimosas de camino ante el universo que pulsa vacío sin tus labios en los oscuros pasos del camino, en medio de tu ausente voz, encontrarte, sólo eso. -.- Cae el rocío del tiempo: Niebla luciérnaga y ciega que rodea el verdor de tus manos. Palpitación infinita Del cantar mudo que tu recuerdo despierta en mí. Mirada sable del viento: Penetración inmensa y salvaje de tus fértiles granos. Lágrima y voz infinita Que arraigan el profundo universo en ti. -.- La mar de tus cabellos, ondulosa sensibilidad del viento, se sacude rítmicamente y golpea mis playas. -.- Quisiera poseerte sin poseer olvido. Quisiera detener la sangre que se muere. Quisiera quemar el tiempo asesino de tu presencia. Quisiera. No puedo.

Crónica de Inés

Cuenta Miguel Otero Silva que Inés, amante de Pedro de Ursúa y su acompañante en la jornada del Marañón, era descendiente de nobleza indígena. Cuenta además de la gran sed que le acompañaba. Esta crónica recoge algo de lo insinuado por el autor venezolano. Alguien dijo que no había conocido hombre alguno que me hiciera estremecer. Después de noches de amantazgo, mi madre lloraba. Ella, que siempre sostuvo que sólo la mujer estremecida es feliz, lloraba por mi tristeza. Poco faltaba para el amanecer en la hermosa ciudad, cuando yo salía de alguno de los palacios para encontrarme con mi madre. Era una hora propicia para evitar las miradas pundonorosas y acusadoras de las mujeres que habitan Trujillo. Detrás de una puerta ella me solía esperar. Su llanto se había secado. No vislumbraba ninguna luz salvaje en mis ojos negros, profundos, ni tampoco crispación alguna en mi piel, ni embeleso de lenguas en mi aliento. Su llanto seco era por dentro. Alguien dijo que era un llanto de muchos