Ir al contenido principal

Traspapelados: Proposición XI


Dios, o la substancia que consta de infinitos atributos cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita, existe necesariamente. (Baruch de Spinoza)


Aclaro a la audiencia, en primer lugar, que no soy poeta o filósofo.
Con esto puedes dejar por sentado, estimado lector, qué ajenos
nos encontramos aquí a las preocupaciones estéticas y/o del bien pensar.
Buscas, ya lo sabemos, estremecerte, pero mira que
no existe tal. Estás perdido, inválido, desvaído.
Realizadas las aclaraciones respectivas,
procedamos a la intención anunciada en el
título.
Dios, pobrecito, está cansado de tanto gritar, ronca
la garganta y le duele la voz que eleva
el hedor de sus pústulas lacerantes, su pulmonía
le hace lento el andar de pies hinchados que no encuentran
a nadie en el camino, tan sólo el polvo rojo que le hincha
sus ojos purulentos, enceguecido de niguas que batallaron
triunfantes desde sus testículos y sus orejas,
(te comento, aquí entre nosotros (no le digas a nadie, por favor)
en el viejo puerto de Estambul, aquella puta sobre cuyo regazo lloró
Rimbaud con una mirada ya para entonces aplastada por tanto giro
cósmico en cada jornada de carecía de elefantes, aquella me susurró
(confidencialidad, te insisto) que Dios tenía las pelotas herniadas, horrible,
nadie se quería acostar con él, pobre hombre, mejor, pobre Dios,
cargando ahora su soledad a punto de flagrante epicrosis;
luego, cuando caía tintineando el ocaso,
cuando ya la mujer erutaba las cervezas que le gasté,
Lautremont, desgraciado, quería cogerme y
lo aparté con violencia; su venganza transparente, elemental,
fue gritarme, ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Aborrezco tus venéreas!)
y ahora habitan bajo las uñas y los desgreñados cabellos,
arrastrándose, un temblor de piernas, triste guiñapo,
tan sólo queriendo que alguien le mire,
le diga una palabra de caridad, de esperanza.
¡Qué ronco, qué rotoso está Dios!
Perdonáme que insista.
Perdonáme.
Pero así lo vi.
Un grito de tantos siglos tan cansado
que ya es como un eco.
Aquella tarde caminé por el parque,
aturdido, sólo con la voz del poeta,
ganarás el pan con el sudor de tu frente
y la luz con el dolor de tus ojos
voz destemplada de la guerra civil, picana
y cachetada, la puteada que le metió Omarcito Cabezas
a la montaña, cualquier María que alzó su sangrado
seno rociado de salitre, desquebrajado, para dar de comer
a su creatura, Andrés se llamaba con su boca inmensa
hundida en el tarro de bóxer para no ver el camión
que no alcanzará a frenar, Padre Padre No Sabes
Lo Que haces con esa plancha caliente en la cara
de la muchachita tres años apenas se educa
desde pequeña señor, la gran autopista virtual,
inimaginables conexiones en la nube de la voz fuerte
y terminante, pero suave, que retumba democracia
democracia democracia democracia máquina sirena,
con sus dulces cánticos (ah, mujerota la de Axe)
conduciéndote hacia los acantilados hechizados,
para admirar el arte, la libertad, la bella teología,
y detrás de cada papel, de cada canto, de cada columna
de opinión, la cloaca pululante de abortos y corazones
olvidados, viejos sostenes y páginas onanistas,
el camino del gran andrajoso, con su dedo acusador
y llagado señalando y gritando ya sin voz,
y nadie cree que sea Dios.
Tan cansado,
y sigue aún con toda la peste del mundo encima.
Continúen contaminando su propia cama
y un día despertarán ahogados en su propia mierda.
Las niñas de alelí rompen a llorar, sus madres
apagan el murmullo con los juguetes de Fisher-Price,
mi dulce princesa, duerme, duerme, es una pesadilla,
no quieren ese llanto,
no lo quieren.
Qué pena con vos.
Ni filósofo ni poeta, querido mío,
verdugo.
Qué grito de tantos siglos,
tan cansado,
ya tan sólo como un eco.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Arriba, abajo

  1. La primera taza de café, justo antes de comenzar la mañana. Gemelas siamesas entrelazadas, esa taza y esa mañana. En la penumbra, el abuelo encendiendo los fogones para iniciar el origen, como en tantas otras madrugadas cuya presencia jamás vas a palpar de nuevo. El hágase del tiempo primigenio se encarna en los pasos lentos de los morrocoyes del patio de adentro, para apacentar el poco antes del resplandor que alzará entremezclados en copas de tumultuoso follaje, el primer alborozo de pájaros y las claridades mensajeras del primer calor. El agua hierve y reposa enseguida. Con ella y en ella, se sosiega el polvo del café, y fluye luego a cuatro pequeños pocillos para alzarse de ellos con su oloroso vaho, esparciendo su aroma por toda la casa como la cal que con cuidado esparce sobre las espesas paredes el viejo obrero que cada año las recompone, y aún un poco más allá, hasta la carrilera que saluda a la verja principal y conserva el paso invisible de los cuatro vecinos que ya ...

Jesús, cuerpo sin órganos (1)

En uno de los espacios en los que participo, nos hemos dedicado a leer algunas obras en torno de Jesús. Este año nos dedicaremos al ensayo de Manuel Villalobos. Con esta excusa, una vez al mes presentaré mi resumen-reflexión de los capítulos de su libro. Aquí, la primera entrega: Fuente: Villalobos Mendoza, Manuel. J esús, cuerpo sin órganos en el evangelio de Marcos . Madrid: Editorial Trotta, 2024. Sesión 1: Prólogo (Xavier Pikaza) [11-20], e Introducción [21-30]   Quienes nos acercamos a los planteamientos de Villalobos en Jesús, cuerpo sin órganos … [JCO, de ahora en adelante], recordamos de inmediato su anterior escrito, Cuerpos abyectos en el evangelio de Marcos . En ambos, como biblista busca comprometerse “con las nuevas voces emergentes que se resisten a ser invisibles” [ Cuerpos abyectos …, 11], desde un antiguo aprecio por Marcos, ese evangelio quebrado, caído y mutilado que deshace su cuerpo y trasgrede fronteras [ Cuerpos abyectos …, 14-18]. El exégeta Villalobos ens...

Copy-paste: Casa de citas

La referencia, en la fuente. El nombre de la entrada, la plabra que me evoca. Actualidad: Descubrió entonces que el interés de la gente por la actualidad es una ilusión: la novela resignada que todo el mundo lee y escribe a la vez mientras se le van yendo los días por entre las manos. Fuente : Constaín, Juan Esteban. Cartas abiertas . Bogotá: Penguin Random House, 2022, p.55. Putrefacto: El putrefacto, como no es difícil deducir de su nombre, resumía todo lo caduco, todo lo muerto y anacrónico que representaban muchos seres y cosas. Dalí cazaba putrefactos al vuelo, dibujándolos de diferentes maneras. Los había con bufandas, llenos de toses, solitarios en los bancos de los paseos. Los había con bastón, elegantes, flor en el ojal, acompañados por la bestie. Había el putrefacto académico y el que sin serlo lo era también. Los había de todos los géneros: masculinos, femeninos, neutros y epicenos. Y de todas las edades. Fuente : Alberti, Rafael. La arboleda perdida . Barcelona: Galaxia Gut...