(Son estos dos párrafos de un trabajo que escribo actualmente. Los elaboro sobre una mirada al libro de Marcelo Pakman, Texturas la imaginación ) Evoque el lector esta imagen literaria: algunos momentos después de la revelación que le proporcionó la clave definitiva para desentrañar la escritura de Melquiades, Aureliano Buendía sabría que en realidad era Aureliano Babilonia, el último descendiente de la estirpe. En la lectura de aquellos viejos manuscritos no sólo descifró la historia de sus orígenes, sino que “empezó a descifrar el instante que estaba viviendo, descifrándolo a medida que lo vivía, profetizándose a sí mismos en el acto de descifrar la última página de los pergaminos, como si estuviera viendo en un espejo hablado”. Su acto de descifrar se acompaña del “viento, tibio, incipiente, lleno de voces del pasado, del murmullo de geranios antiguos, de suspiros de desengaños anteriores a las nostalgias más tenaces”. Antes de llegar a los últimos versos y ya en medio del hurac...