Ir al contenido principal

"Vigilándote llevo como el águila...

...como el águila llevo vigilándote... No sé si esa vieja canción tenía en mente el águila imperial de Augusto. Me imagino que no, pero el efecto es el mismo. Para las clases dirigentes romanas, parte del ethos aceptado era la vigilancia, lo mismo que para las clases bajas, aunque de maneras distintas. He aquí esta vigilancia, haciendo caso omiso de las distancias temporales, tal como la menciona la revista Semana en su edición de hoy 24 de agosto:

Seguridad biónica: México se ha convertido, después de Colombia e Irak, en el país con más secuestros en el mundo. Por esto una compañía llamada Xega ha creado un microchip del tamaño de un grano de arroz para que los mexicanos ricos se lo implanten en el brazo debajo de la piel y puedan ser ubicados por satélite si los secuestran. El costo es de 4.000 dólares y su mantenimiento anual es de 2.200. El producto ha tenido una acogida espectacular en el país azteca y Xega está en este momento buscando un representante en Colombia.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Arriba, abajo

  1. La primera taza de café, justo antes de comenzar la mañana. Gemelas siamesas entrelazadas, esa taza y esa mañana. En la penumbra, el abuelo encendiendo los fogones para iniciar el origen, como en tantas otras madrugadas cuya presencia jamás vas a palpar de nuevo. El hágase del tiempo primigenio se encarna en los pasos lentos de los morrocoyes del patio de adentro, para apacentar el poco antes del resplandor que alzará entremezclados en copas de tumultuoso follaje, el primer alborozo de pájaros y las claridades mensajeras del primer calor. El agua hierve y reposa enseguida. Con ella y en ella, se sosiega el polvo del café, y fluye luego a cuatro pequeños pocillos para alzarse de ellos con su oloroso vaho, esparciendo su aroma por toda la casa como la cal que con cuidado esparce sobre las espesas paredes el viejo obrero que cada año las recompone, y aún un poco más allá, hasta la carrilera que saluda a la verja principal y conserva el paso invisible de los cuatro vecinos que ya ...

Jesús, cuerpo sin órganos (1)

En uno de los espacios en los que participo, nos hemos dedicado a leer algunas obras en torno de Jesús. Este año nos dedicaremos al ensayo de Manuel Villalobos. Con esta excusa, una vez al mes presentaré mi resumen-reflexión de los capítulos de su libro. Aquí, la primera entrega: Fuente: Villalobos Mendoza, Manuel. J esús, cuerpo sin órganos en el evangelio de Marcos . Madrid: Editorial Trotta, 2024. Sesión 1: Prólogo (Xavier Pikaza) [11-20], e Introducción [21-30]   Quienes nos acercamos a los planteamientos de Villalobos en Jesús, cuerpo sin órganos … [JCO, de ahora en adelante], recordamos de inmediato su anterior escrito, Cuerpos abyectos en el evangelio de Marcos . En ambos, como biblista busca comprometerse “con las nuevas voces emergentes que se resisten a ser invisibles” [ Cuerpos abyectos …, 11], desde un antiguo aprecio por Marcos, ese evangelio quebrado, caído y mutilado que deshace su cuerpo y trasgrede fronteras [ Cuerpos abyectos …, 14-18]. El exégeta Villalobos ens...

Copy-paste: Casa de citas

La referencia, en la fuente. El nombre de la entrada, la plabra que me evoca. Actualidad: Descubrió entonces que el interés de la gente por la actualidad es una ilusión: la novela resignada que todo el mundo lee y escribe a la vez mientras se le van yendo los días por entre las manos. Fuente : Constaín, Juan Esteban. Cartas abiertas . Bogotá: Penguin Random House, 2022, p.55. Putrefacto: El putrefacto, como no es difícil deducir de su nombre, resumía todo lo caduco, todo lo muerto y anacrónico que representaban muchos seres y cosas. Dalí cazaba putrefactos al vuelo, dibujándolos de diferentes maneras. Los había con bufandas, llenos de toses, solitarios en los bancos de los paseos. Los había con bastón, elegantes, flor en el ojal, acompañados por la bestie. Había el putrefacto académico y el que sin serlo lo era también. Los había de todos los géneros: masculinos, femeninos, neutros y epicenos. Y de todas las edades. Fuente : Alberti, Rafael. La arboleda perdida . Barcelona: Galaxia Gut...