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Del Cuaderno Morado (3)

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Todo puede ser nombrado así: "absoluto". El fundamental, el raíz, se delinea frente al espejo: dos manos y dos pies, ojos, cabeza... De allí del primer absurdo.
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Se aprecia la levedad. Es hermana de la pesadez, y la absuelve de sus pecados. Sin embargo, más que hermanas, siamesas separadas quién sabe por qué sino. De cuando en cuando, o casi siempre, se revuelven, como José Arcadio y Aureliano. Al final hemos vivido con la una como si fuera la otra, pero las enterramos en tumbas confusas.
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Si la novela ha muerto, somos un Gul. 
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Si somos un Gul, todo cuaderno de notas es un cementerio. Cada letra: cada lápida.
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Filosofía, Literatura, Ciencia, Metafísica... Larga orilla de la que nunca hemos logrado partir. Ignorantes y necios marineros que, en el fondo, tienen pánico del agua.
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¿A qué hablar si fuera los símbolos nos aplastan? La necesidad de claridad lleva entonces al asesinato del símbolo, esa otra forma de suicidarnos.
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Campo yermo. Asfalto. Piedra. Una gota de sudor cae.
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Ocasiones hay, como ésta, en la que la escritura está vacía. Es el último apéndice del día, fracaso tan sólo de las horas pasadas. Toda palabra es pálida sombra que no se levanta.
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Dos manuales escolares a lo largo de esta semana: palabras más, palabras menos, te ayudan a escribir mejor. Zuleta, no recuerdo en dónde, atacaba este tipo de manuales por coartar la libertad y la imaginación. Imagino la escritura de un anti-manual. Sus mínimas referencias, además de los manuales citados, serían Penac, Zuleta, del Passo, Steiner...
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¿Por qué se abre un libro? Al comenzar El Nombre de la Rosa, simplemente deseaba quemar el tiempo. Al llegar al capítulo de la quema de la biblioteca, la novela se correspondió simétricamente con mi deseo
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La literatura vive, tantas veces, bajo el signo de la enfermedad. Para Cervantes, su hijo querido era un engendro. La plaga que envió Apolo a través del viento en parte permitió la Iliada. El joven Dedalus camina sus pasos por la angustia. Tras los delirios sonoros de Leverkuhn se escucha el avance de la sífilis...
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Pérgolas cantan tras las ventanas. El pájaro bucea entre el aire. Silva la rueda de la cicla. El cuaderno es morado.
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Existe un color azul que nada dice. Una línea surca el cielo, sin nombrar nada. También un viento, un olor, una luz, que nada evocan.
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A veces el mundo se vacía. Tanto, que ni siquiera las palabras logran otorgar algo de existencia.

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