Las citas provienen de La Arboleda Perdida (Barcelona: Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores, 2003. Parte 1 y Parte 2) de Rafael Alberti. El título que acompañan al fragmento transcrito es mi propia arbitrariedad, que así imagina lo que contiene la palabra propuesta. Herencia: Se llamaba Servando del Pilar. Su padre era basurero, un bonísimo hombre que salía al alba con un saco a retirar los desperdicios y suciedades de las casas. Yo estuve una mañana en la que él vivía con su hijo Servando y quedé asombrado y conmovido. Una mesilla y un catre fue cuanto pude descubrir en la lobreguez húmeda del cuartucho que componía toda la vivienda. Aquel pobre sencillo y verdaderamente santo se ufanaba de la vocación de su hijo, para quien trabajaba desde la madrugada en tan humildísimo oficio, soñando buenamente en que algún día su pequeño pintor llegara a cambiárselo por unos pocos años de merecido bienestar y reposo. (pp, 129) Testamento: Cuando me muera, si es que a mi...