Las citas provienen de La Arboleda Perdida (Barcelona: Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores, 2003. Parte 1 y Parte 2) de Rafael Alberti. El título que acompañan al fragmento transcrito es mi propia arbitrariedad, que así imagina lo que contiene la palabra propuesta.
Herencia:
Se llamaba Servando del Pilar. Su padre era basurero, un bonísimo hombre que salía al alba con un saco a retirar los desperdicios y suciedades de las casas. Yo estuve una mañana en la que él vivía con su hijo Servando y quedé asombrado y conmovido. Una mesilla y un catre fue cuanto pude descubrir en la lobreguez húmeda del cuartucho que componía toda la vivienda. Aquel pobre sencillo y verdaderamente santo se ufanaba de la vocación de su hijo, para quien trabajaba desde la madrugada en tan humildísimo oficio, soñando buenamente en que algún día su pequeño pintor llegara a cambiárselo por unos pocos años de merecido bienestar y reposo. (pp, 129)
Testamento:
Cuando me muera, si es que a mi cuerpo no lo manda a la nada una bomba de Europa, que me abran los ojos suavemente; ésos verán cómo se les albean los dedos de espuma de la playa y las uñas de fina arena; y en mis pupilas, igual que dos minúsculos esteros de cristales, redonda y perfecta la bahía, llena de velas gaditanas, con mis ciudades primorosas en círculo, balanceadas de mástiles y chimeneas. (pp, 61)
Obsequio:
Mares mías lejanas, dadle vuestra belleza; / tu breve añil, redonda bahía de mi infancia. / Caliéntale la frente con el respiro blanco / de la espuma, la gracia, la sal de tus veleros. (sp, 149)
Paisaje:
Era una noche de azul rutilante, como si un fuego azul la estuviera abrazando. Una cegadora luna, un violento ojo de extensa cal hirviente, borrando las estrellas, tendía un espejo solitario en la frente ondulada de los médanos y un plateado incendio en la alta superficie de los árboles.(sp, 157)
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