Las citas provienen de La Arboleda Perdida (Barcelona: Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores, 2003. Parte 1 y Parte 2) de Rafael Alberti. El título que acompañan al fragmento transcrito es mi propia arbitrariedad, que así imagina lo que contiene la palabra propuesta.
Sobre Ernesto Cardenal
Nada más emocionante, y hasta gracioso, ver la imagen fotografiada
de este poeta sacerdote [Ernesto Cardenal], más en cuclillas que
arrodillado a las plantas del Papa Juan Pablo II, recibiendo la
condena de éste por ser ministro de una revolución que Su Santidad
hubiera preferido enganchada más bien a aquellos mismos que en
complicidad con Somoza asesinaron a Sandino. (sp, 343).
Sobre Miguel de Unamuno
León Felipe, un día (…) me dijo que Unamuno, cuando llegó por primera vez de su País Vasco a la meseta de Castilla, quiso advertir a Dios de su presencia en medio de la solitaria llanura. "¡Dios, Dios, Señor Dios, que ha llegado Unamuno! Soy Miguel de Unamuno. ¡Aquí estoy!"
El cielo estaba negramente nublado, sólo se oía un gran silencio. Unamuno no cesaba de repetir: "¡Dios, Dios, escucha, que ha llegado Unamuno!"
Entonces, descorriendo las nubes, apareció una inmensa mano y, tras ella, un poderoso brazo, oyéndose, a la vez, que le mandaban un gigantesco corte de mangas a Unamuno, el rugido de Dios que decía: "¡Anda y que te den por el culo!" (sp, 170)
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