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Copy-Paste: Hermanas

La primera es un poema de León Felipe, "Parábola". La segunda, una cita del último libro de John Dominic Crossan, The Power of Parable. Ni uno ni otro se conocen: en el misterio del lenguaje se hermanan.

PARÁBOLA (León Felipe)
Había un hombre que tenía una doctrina. Una doctrina que llevaba en el pecho (junto al pecho, no dentro del pecho).
La doctrina creció. Y tuvo que meterla en un arca, en un arca como la del Viejo Testamento.
Y el arca creció. Y tuvo que llevarla a una casa muy grande. Entonces nació el templo.
Y el templo creció. Y se comió al arca, al hombre y a la doctrina escrita que guardaba en el bolsillo interno del chaleco.

Luego vino otro hombre que dijo: El que tenga una doctrina que se la coma, antes de que se la coma el templo;
que la vierta, que la disuelva en su sangre,
que la haga carne de su cuerpo...
y que su cuerpo sea
bolsillo,
arca
y templo.

PARÁBOLA (John D. Crossan)
Es cierto que no tenemos problema alguno para reconocer las pequeñas metáforas como la precedente [nt: se refiere a un ejemplo: las nubes navegan por el mar], o todas esas diminutas que pueblan nuestros discursos cotidianos, en especial, por ejemplo, las de los proverbios. Pero son las grandes metáforas las tan peligrosas como inevitables. Cuando una metáfora crece, se le llama “tradición”; cuando se hace mayor, se le llama “realidad”; y cuando aún crece más, se le llama “evolución”, o incluso “Dios”. El problema no es que se usen las metáforas todo el tiempo; el problema es que tendemos a ignorar u olvidar su presencia. Ellas son, sin embargo, las placas tectónicas del lenguaje, y nunca es prudente olvidar o ignorar las placas tectónicas. (Esto es una metáfora).
(The Power of Parable, HarperCollins Publisher 2012, p.8)

Nota: La anterior es una traducción personal. Escribe el original:
We have, of course, no problem with recognizing small metaphors like the one just given or all the other tiny ones that crowd our ordinary speech—especially, for example, in proverbs. It is the big ones that are as dangerous as they are inevitable. When a metaphor gets big, it is called “tradition”; when it gets bigger, it is called “reality”; when it gets biggest of all, it is called “evolution” or even “god.” The problem is not that we use metaphors all the time, but that we tend to forget or ignore their presence. They are, however, the tectonic plates of language, and it is never wise to forget or ignore tectonic plates. (That’s a metaphor.) 

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