Durante mil noches y una más, el encadenado mono de Borel aporrea las teclas de la vetusta máquina de Sholes, buscando la imposible palabra que le daría razón a la maquinación probabilística de su imaginador, y que regalaría su libertad. Percibe entonces, en su oscuro asomo de consciencia, que le espera mil veces y una más aquellas mil y una noches. En su naciente furia, fantasea con un Borel encadenado, sacudiendo con desespero las teclas de aquella máquina, buscando deshacerse de toda palabra posible, sin lograrlo.
Apostilla: De aquel mono -se experimentó- el logro fue un brevísimo fragmento de Enrique IV; de este Borel -se supone- el resultado sería el entero Finnegans Wake.
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