Las citas provienen de La Arboleda Perdida (Barcelona: Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores, 2003. Parte 1 y Parte 2) de Rafael Alberti. El título que acompañan al fragmento transcrito es mi propia arbitrariedad, que así imagina lo que contiene la palabra propuesta.
Alimento (o Evocación de Rebeca Buendía)
De niño, arrancándola con las uñas, me comía la cal de las paredes, alimento que aún perdura en la corriente de mi sangre, que ilumina, oculto, mis médulas. (sp, 307)
Aventura:
La verdad es que nada existe como soltar la poesía al viento, cantarla, modularla, llenando los oidos del alma de la gente, en medio de una plaza, junto al mar, en un lugar cualquiera. Hasta la poesía más difícil, o hermética, puede cavar, abrir un pozo resonante, en los oidos de la gente, como yo lo he hecho leyendo la Fábula de Polifemo y Galatea en medio de un acfé al aire, dejando perplejos a los que me escucharon. Hacer lo mismo que el viento, que va arrastrando por ahí su bello y tumultuoso silabario… (sp, 335)
Hemeroteca:
...mi hija, que va a cumplir cinco años. Se llama Hemeroteca. Mi padre era un anarquista y me aconsejó ese nombre. A mi me puso Helios… (sp, 286)
Nueva York:
La tremenda ciudad se alzaba en un amanecer de rascacielos como si fueran iluminadas ventanillas de trenes verticales subiendo entre la niebla. (sp, 58)
Retrato:
En aquellas playas de entonces… Los hombres se bañaban con bañador completo, y las más bellas señoras llevaban unas anchas túnicas, que el viento las inflaba al entrar al agua. Parecía una mar llena de pequeños cachalotes con gorritos azules para no mojarse el pelo. (sp, 282)
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