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Traspapelados: Po-emario (1 de 3)

N.a.: Creo haber escrito estas líneas entre 1988 y 1990.


FÁBULA
No acaba aún
el ruido atronador
y la luz que enceguece
ANTE   la  in-com-pren-sión
E                 in-co-mu-ni-ca-ción

De mi PERRO y yo

Y eso que ÉL es fuerte y amable
      y comprende mis
                         penas

SIN EMBARGO
   ya
                NO me
                 Habla
           NO
me mira CON LA mirada tierna
de los días de antaño
NO
entiendo
a este perro de peluche.


ROCIO EN FLOR
Cae
agua
dulce
y
delicada.
Salpica,
brilla,
la saboreo…
¡Dios,
qué mal
sabor!
Alzo
la
vista
buscando
la
bienhechora
nube,
y pienso
(el niño acaba de guardar su pipicito, y sube el cierre de su pantalón)
que no todo es perfecto.

QUIJOTE XX

Bajan las lágrimas fosfóricas del occidente divino;
doncellas de piél de león, un baile sensual al son de las gaitas,
un galón de vino, las luces de las antorchas,
y al crepúsculo las bellas historias de cantantes y trovadores
cantando las glorias de caballeros y campeadores.
Ha sonado en tanto un teléfono, y alguien avisa por el citófono
que ha llegado el taxi, y preguntan si pagas con tarjeta o efectivo.
Que alguien se la lleve, por favor, que quien carajos se atreve
a creerse Dulcinea en tiempos del espejo.


NARCISO

Tristeza me da verte tan tristemente triste.
Es irónico, lo es.
Podrías gozar, como un carbón masoquista, de la llama que de ti mismo emerge.
Has superado sin dificultad alguna
la siempre temida barrera en la que tantos publicistas
han quemado esas largas pestañas que un día dios les regaló
para que molieran la pesadumbre y el desengaño y el sinsentido.
Has superado sin tanto oficio,
y aún sin el esfuerzo del inodoro que se suelta y se va por él mismo,
el tronar del escarbar café para hundirse hasta la coronilla de tus tobillos.
Y con todo, sabiendo de tu profunda
capacidad de poseer a cualquiera que pasa, y aún a ti mismo,
estás a punto del ahogo y el suicidio:
has quebrado el único espejo que poseías.


ODA A GUILLOTÍN

Guillotín guillotinaba
con su invento a los revolucionarios franceses.
Musical instrumento: silbaban los cabellos en su breve
recorrido del cuerpo a la canasta,
acompañada del coro de la masa expectante.

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