Se cita la fuente de la habitación, cuyo nombre ha sido una arbitrariedad mía.
Bélico:
Y quiero que sepáis que la causa porque estos caballeros caminaban tan largos caminos sin aventura hallar, como en los tiempos pasados, era porque no entendían todos en otra cosa salvo en aderezar y aparejar las cosas necesarias para la batalla; que les semejaba, según la grandeza de aquella afrenta, que entremeterse en las otras demandas que a esta empachasen, era cosa de menos valor.
Fuente: Cap. 25, libro 4. del Amadís de Gaula. Tomo 2: Editorial Nueva Nicaragua: Managua 1988, p.275.
Maíz:
Son tus panecillos pequeños como dientes furiosos
focos de la luminosidad hecha polvo sin mancha
polvo nutricio para el músculo hambriento
empujado por el corazón al amor o a la guerra.
(…)
Hay algo en ti de lava solidaria
algo de río al sol bajo las piedras
algo de hueso de las nubes algo
de la ceniza de la cal.
Fuente: Roque Dalton, “Al maíz”, en: Los testimonios. UCA Editores, San Salvador 1996, p.46, 47.
Ofrenda:
Todos te pisan y te traen polvo
abofetean con los pies tu gran hinchadura de piedra
te arañan y te orinan en idiomas molidos
pero nadie recuerda que la frescura fue tu mejor ceremonia.
Por eso yo te traigo este buchito de agua
el rio y yo te lo depositamos en la frente
para que tú sonrías y pronuncies una flor.
Fuente: Roque Dalton, “Rito para que nazca una flor en la Gran Pirámide”, en: Los testimonios. UCA Editores: Sal Salvador 1996, p.34.
Teología:
El diablo y dios la misma cosa
el ala de los muertos
suena en la noche con el mismo miedo.
Todo es igual tan sólo fuerzas lentas
dormidas tócale al hombre despertar
para ocupar los hondos secretos de la vida.
Fuente: Roque Dalton, “El brujo Juan Cunjama”, en: Los testimonios. UCA Editores: Sal Salvador 1996, p.24.
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