Los títulos de las citas, mi cosecha. El resto, copy-paste, siempre citando la fuente.
Adolescencia:
Tengo quince años de cansarme
y lloro por las noches que estoy vivo.
En ocasiones, cansado de las lágrimas,
hasta sueño que vivo.
Puede ser que vosotros no entendáis lo que son estas cosas.
Os habla, más que yo, mi primer vino
mientras la piel que sufro bebe sombra…
Fuente: Roque Dalton, “Estudio con algo de tedio”, en: La ventana en el rostro. UCA Editores, San Salvador 1998, p.14.
Adolescencia:
Tengo quince años de cansarme
y lloro por las noches que estoy vivo.
En ocasiones, cansado de las lágrimas,
hasta sueño que vivo.
Puede ser que vosotros no entendáis lo que son estas cosas.
Os habla, más que yo, mi primer vino
mientras la piel que sufro bebe sombra…
Fuente: Roque Dalton, “Estudio con algo de tedio”, en: La ventana en el rostro. UCA Editores, San Salvador 1998, p.14.
Destino:
Golpeaba a los demás y a mi miedo
con más crueldad que un niño,
como si desde el principio del tiempo
hubiese recibido sin quererlo
la espantosa encomienda de vengar a Dios.
Fuente: Roque Dalton, “Muertos”, en: La ventana en el rostro. UCA Editores, San Salvador 1998, p.17.
Herencia: (véase también: Militancia)
Preguntarán qué fuimos,
quienes con llamas puras les antecedieron,
a quiénes maldecir con el recuerdo.
Bien.
Eso hacemos:
Custodiamos para ellos el tiempo que nos toca.
Fuente: Roque Dalton, “Por qué escribimos”, en: La ventana en el rostro, UCA Editores, Sal Salvador 1998, p.62
Militancia:
El panorama es un cuchillo rudo: uno nace entre todos
los hombres y los árboles,
pariendo el junco responsable que el huracán penetra:
posee uno la lámpara que con su luz idéntica
descubre dónde nace la lágrima
digna de ser borrada en lo que nos rodea.
Fuente: Roque Dalton, “Hablando para mí”, en: La ventana en el rostro, UCA Editores, Sal Salvador 1998, p.48
Plenitud:
Hay días en que se creería
que bien vale la pena detenerse,
retroceder al sueño,
morirse simplemente
con la facilidad de un ave volando sobre el centro del mar.
Estos días heridos, menos mal, se corrompen
y es desde la plena muerte en que nacieron
que se fugan al tiempo
para salvarnos la vergüenza y la paz.
Fuente: Roque Dalton, “Días”, en: La ventana en el rostro, UCA Editores, Sal Salvador 1998, p.44
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