Armas (ejercicio de las):
Pero vosotros considerando haber tan gran diferencia en el seguir de las armas o en los vicios, y ganar los bienes temporales, como es entre el juicio de los hombres y las animalias brutas, habéis desechado aquello que muchos codician y tras que muchos se pierden, queriendo pasar grandes fortunas por dejar fama loada, siguiendo este oficio militar de las armas, que desde el comienzo del mundo hasta este nuestro tiempo ninguna buena ventura de las terrenales al vencimiento y gloria suya se pudo ni puede igualar, por donde hasta aquí ninguno otros intereses ni señoríos habéis cobrado, si no poner nuestras personas llenas de muchas heridas en grandes trabajos peligrosos, hasta las llegar mil veces al punto y estrecho de la muerte, esperando y deseando más la gloria y fama que otra alguna ganancia que de ello venir pudiese…
Fuente: Amadís de Gaula. Tomo 2: Cuarto libro, Capítulo IV. Editorial Nueva Nicaragua: Managua, 1988, p. 204-205.
Asombro:
El silencio no es un alud de tiempo. El silencio no es un cuchillo cruel. Por el silencio, a cambio del silencio, el mundo se engalana para nosotros con su traje secreto. El florecimiento del amate, las bellas patas de la culebra, la cabellera de la luna, el clavel negro: sólo para nosotros.
Fuente: Roque Dalton, “Los mudos”, en: Los testimonios. UCA Editores: San Salvador 1996, p.84.
Cagar:
Sentáronse, pues, y fueron comiendo las viandas, y el Ángel no en la apariencia ni figuradamente, como es común opinión de los teólogos, sino con todo el incentivo de un verdadero apetito; así que el calor digestivo transformó los manjares en su sustancia angélica, y la parte redundante salió a través de la espiritual por medio de la transpiración.
Fuente: John Milton, El Paraíso Perdido. Traducción de Cayetano Rosell. Uteha, México, 1949. Libro Quinto, p.89.
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