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EN TANTO LLEGA LA MUERTE: Vuelta de hoja sobre Un judío marginal, de John P. Meier (3)

3. Criterios de historicidad.
En la obra de Meier, los criterios de historicidad suministran el procedimiento concreto en torno del asunto de distinguir y decidir, al mirar las fuentes, qué material procede del Jesús histórico. No sobra recordar, de manera somera y con las palabras del autor (la tomo de los lugares que me parece que logran mejor formulación), cuáles son estos criterios. Rrecuerdo tan sólo aquellos que él llama criterios primarios:
Criterio de dificultad (o contradicción): “se centra en acciones o dichos de Jesús que habrían desconcertado o creado dificultades a la iglesia primitiva” (UJM 1: 184).
Criterio de discontinuidad (o disimilitud): “se centra en las palabras o hechos de Jesús que no pueden derivarse del judaísmo de su época ni de la Iglesia primitiva posterior a él” (UJM 2: 187).
Criterio de testimonio múltiple (o referencias cruzadas): “se centra en aquellos dichos y hechos de Jesús que están atestiguados en más de una fuente literaria independiente” (UJM 1: 190).
Criterio de coherencia (o congruencia): “sostiene que otros hechos y dichos que encajan bien en la ‘base de datos’ preliminar establecida mediante la aplicación de los tres primeros criterios, tienen buenas probabilidades de ser históricos” (UJM 1: 191-192).
Criterio de rechazo y ejecución: “en vez de juzgar dichos y hechos específicos, examina la línea seguida por Jesús durante su ministerio y pregunta qué palabras y acciones encajan en ella y explican su proceso y crucifixión” (UJM 4: 44-45).
Aunque la exposición de los criterios es clara y coherente, su uso a lo largo de UJM produce perplejidad. Recuerde el lector estos casos: 1) El análisis de los dichos de Jesús sobre cuestiones legales (en UJM 4), o el análisis de la imagen del Reino de Dios como rectora y central en la predicación jesuánica (en UJM 2), debe más, en sus conclusiones, a una exposición de contenidos culturales amplios que al uso propio de los criterios, que tan solo vienen a validar lo derivado de aquellos contenidos culturales. 2) En los capítulos 25 y 26 de UJM 3 (sobre la existencia y naturaleza de los Doce), o el capítulo 15 de UJM 2 (sobre los dichos con mención futura del Reino de Dios), el peso del análisis recae en lo que se llama el análisis crítico-formal, del cual los criterios son su nombre-síntesis. 3) La argumentación crítico-formal es transparente en el capítulo 16 de UJM 2, en aquel análisis del logion de Lc 17, 20-21, donde, precisamente, no se hace ningún uso de los criterios. Son muchos otros los ejemplos similares, pero, para el objetivo de esta entrada y de este blog, bastan para indicar que los criterios de historicidad son, en realidad, el nombre-síntesis de un análisis crítico-formal realizado por Meier.
Ahora, ¿qué hace –en términos de función– los criterios en el discurso de Meier, en UJM? Simplemente son un llamado de atención al lector, en tres niveles: advierten de presencia de ciertas recurrencias, primero, en las formulaciones neotestamentarias; segundo, invitan a relacionar datos precedentes y consecuentes; por último, piden un juicio sobre esa relación para la identificación de un original. De nuevo lo concluido arriba, pero bajo otra forma: los criterios son nominación y síntesis de un análisis crítico-formal.
La perplejidad surge de una pregunta elemental: ¿por qué insistir en la identificación de la metodología con los criterios de historicidad? ¿Por qué no decir, simplemente, que la metodología se conforma a las reglas del análisis histórico crítico? ¿Por qué este enmascaramiento del método histórico-crítico, bajo el nombre de criterios de historicidad?
Mi hipótesis es esta: dado el afán de objetividad de Meier para con su discurso, y la exigencia concomitante de limitar al máximo posible la subjetividad del enunciador, éste crea (es inconsciente en ello) un dispositivo retórico en el cual quien propone los significados es el criterio. Meier desea registrar hechos científicos con la menor distorsión posible, con la máxima objetividad posible. El criterio aparece como el agente enunciador, ocultando la (relativa) arbitrariedad del autor en sus opciones críticas. No siendo Meier el agente enunciador sino el criterio, se puede afirmar la imparcialidad del discurso logrado. Es el espíritu santo del cónclave no-papal que con paciencia construye, y construirá, Meier.

Este espíritu santo, este agente de la significación de UJM, el criterio (bajo sus cinco facetas), este verdadero autor de UJM, es el que ha de regir los destinos de las futuras líneas de UJM. Y, sabemos ya, el destino último es la muerte. Se supone que el criterio de rechazo y ejecución jugará un papel capital en el postrer tomo de UJM. Centro en éste criterio la mirada, para el comentario de la próxima semana.

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