4. La muerte.
Este comentario es muy
breve, pues lo principal ya está dicho.
Resumo. UJM es una obra
erudita en curso, de la cual es
previsible su culmen en la muerte. Desde el primer tomo publicado, cuenta con
una serie de reiteraciones que muy posiblemente volverá a encontrar en lector
en las líneas futuras. Una primera reiteración es la aspiración de objetividad
en torno del estudio del Jesús histórico, meta asintótica que se fragua bajo la
imagen del cónclave no-papal, el margen, y el enigma. Pero tal aspiración es
traicionada (inconscientemente) por el enunciador: éste posee una subjetividad
debitaria del paradigma cientificista, y su cónclave (que es él mismo en su
sutil soberbia) centra el margen y resuelve el enigma, en la medida en que los
datos lo permiten. La segunda reiteración es un juego de estructuras, de elementos recurrentes y relacionados entre sí, que
se hará presente en futuras producciones. La intención de enfrentarse a ese objeto
de estudio denominado Jesús histórico, implica una opción epistemológica de corte cientificista; su razón, explorar de la manera más
completa posible, las lagunas existentes en torno de ese objeto; para esto, es
necesario tratar con fuentes fiables,
desde cierta metodología verificable.
Esta metodología –tercera reiteración– se refiere al uso y aplicación de los
llamados criterios de historicidad; sin embargo, estos criterios enmascaran el
verdadero nombre de la metodología, que es sin más el llamado método
histórico-crítico, del cual los criterios son su nombre síntesis; ¿por qué este
enmascaramiento? Porque así funge el criterio como agente de la enunciación,
apuntalando la objetividad del discurso denominado UJM (pues es el ‘Criterio’
quien hace el discurso) como separado de su enunciador, Meier.
Una última
consideración. De los criterios indicados, el siempre indicado pero jamás
usado, hasta ahora, es el Criterio de
rechazo y ejecución. ¿Por qué?
En primer lugar, lo
obvio: no es el momento. Se trata de un criterio que, por su mismo carácter,
sólo puede ser usado plenamente en el último momento del estudio.
En segundo lugar,
recordemos con brevedad el juego funcional de los criterios. Los tres primeros,
dificultad, discontinuidad y testimonio
múltiple, pretenden ‘encajar’ los datos, esto es, crear una ‘base
preliminar’ que permitirá que otros datos, en principio no tratables bajo esos
tres primeros criterios, puedan ser juzgados como posiblemente históricos (o no)
si, a su vez, ‘encajan’ en esa base de datos preliminar (es el cuarto criterio,
coherencia). Esto quiere decir que el
juego funcional de los criterios se refiere a los datos escriturales mismos, a los datos ad intra, a su coherencia
funcional.
El quinto criterio, en tercer
lugar, no se refiere a los datos, sino a una vida que se supone rastreable tras
los datos. Recordemos la definición del criterio de rechazo y ejecución: “en vez de juzgar dichos y hechos
específicos, examina la línea seguida por Jesús durante su ministerio y
pregunta qué palabras y acciones encajan en ella y explican su proceso y
crucifixión” (UJM 4: 44-45). De manera que aquello que da coherencia a los
datos no es el juego funcional entre los datos mismos, sino si esa base
preliminar ‘encaja’ en un ministerio, en un proceso jurídico, y en la muerte
resultante tras dicho proceso.
Lo anterior nos lleva a
pensar el criterio de rechazo y ejecución como una operación de encaje por parte del enunciador, y no como una
operación de encaje en virtud de las recurrencias de los datos. Pero esto
evidencia las opciones cognitivas del enunciador. La vida suele ser azarosa, y
mucho más en tiempos de incertidumbre y guerra. Sin embargo, es obligación
positivista encontrar una ‘línea seguida’ y causal a la incertidumbre del vivir,
y deber positivista no dejar a la muerte (más exactamente, al asesinato) el
delirio de la improvisación y del enigma. Concluirá, pues, UJM con una muerte
explicada, con una laguna plenamente explorada, y sin niebla. El tomo dedicado
a la muerte seguramente será un muy bello y erudito encaje.
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